Crónica: Pedraforca
La salida comienza en el parking de CPS donde hemos quedado casi todos y donde llegamos puntualmente. Casimiro viene directo de Albacete, Alberto nos espera en Alfajarín y María al final no puede venir, así que somos 11 a repartirnos en los vehículos.
Tres en la furgoneta de Javier, cuatro en la de José y el resto en el coche de Esteban.
Para mí, que soy nuevo en el club, es la primera vez que los veo salvo alguna agradable sorpresa como Juanky antiguo compañero de ferias de artesanía, ! Las vueltas que da la vida¡ Unas rápidas presentaciones y a la carretera que nos esperan casi 4 horas de viaje.
Tras la obligada parada a mitad de camino llegamos a Gosol (1502 m) punto de partida de la salida. Para mí todo esto es nuevo, pues ni la montaña ni la zona las conocía y me están sorprendiendo gratamente. Gosol es un pueblo con un aspecto bastante interesante que tiene una visita por sí solo … pero nuestro objetivo es otro. Alberto nos da una pequeña charleta delante del panel explicativo de la zona para contarnos, sobre el plano y
mirando la montaña que se alza enfrente de nosotros, el plan para el fin de semana.
Ya con las mochilas preparadas y las cuerdas comunes distribuidas mediante un curioso método, a eso de la una iniciamos la subida al refugio. En realidad, como nos confirma Casimiro, que lleva en la zona un día, se puede subir casi hasta el refugio en coche, pero hemos venido a disfrutar de la naturaleza y ya llevamos demasiado coche en el cuerpo.
La subida es por un bonito sendero en el que nos encontramos una fuente (Font Terres 1635 m ) para rellenar las cantimploras, camelback y demás artilugios portadores de líquidos. Seguimos subiendo un precioso bosque hasta un bonito mirador donde llegamos pasadas las tres de la tarde y un poco más arriba en medio del bosque nos encontramos el refugio Luis Estasen (1675 m)
Hemos llegado pronto, pues amenazaba lluvia, amenaza que no se llegó a cumplir, así que hay que emplear el tiempo en animadas charletas con alguna que otra bebida medicinal. Cada cual comenta recuerdos, recomendaciones y proyectos
– Pues, si vas a ir al Machu Picchu, no dejes de subir el Huayna Pichu
– Si te gusta la zona del Collarada no dejes de visitar el pequeño cervino, Punta Escarra
– Yo también quiero hacer la GR11, pero sin prisas.
– ¿Estaré preparado para hacer escalada alpina?
– Os recomiendo una ruta diferente uniendo montaña y acantilados marítimos por la costa de la muerte en Galicia, El camino de los faros.
De esa forma pasa la velada compartiendo experiencias y llenando la mochila con un buen montón de proyectos y recomendaciones. Pero también hay que tomar una importantísima e ineludible decisión que marcará, de forma irreversible y definitiva, el curso de esta salida y puede que del resto de nuestras vidas. La hora de levantarnos al día siguiente. El desayuno es desde la 6 hasta las 7 y media, pero decidimos que esto no es una carrera y optamos por desayunar a las 7. Una buena elección que nos permite empezar la jornada con la firme decisión de disfrutar del día.
Y el día parece que quiere aliarse con nuestros buenos deseos y se porta de maravilla con nosotros.
Solo algunas escasas nubes lo justo para que el sol no nos castigue demasiado por las alturas. Las predicciones de lluvia para el sábado se quedaron un cuatro gotas contadas y el clima promete. El primer tramo supone subir por el torrente de Gerdera hasta el Coll de Verdett (2255 m) y nos toca descubrir que también en la montaña, las matemáticas no fallan, si el refugio está a 1875 metros y nuestro objetivo está a 2255 metros sin duda nos toca subir.
La subida la gestionamos por un precioso bosque que nos asoma a los barrancos que ayer vimos al aproximarnos al refugio por la pista. Y, así, casi sin darnos cuenta, empezamos a disfrutar de cada paso, del paisaje que va cambiando a cada vuelta del sendero, de ese sarrio que vemos descendiendo o aquel otro que, emocionado, descubro en la cresta cimera y que luego tendré que reconocer que en realidad es un perro. Ya estamos en el Coll de Verdett (2255 m) y tanto por la altitud como por el paisaje sentimos que estamos en terreno de alta montaña, así que toca equiparse apropiadamente para el entorno, casco, arnés y pantorrillas cubiertas.
Lo que sigue es ese tipo de terreno que nos divierte tanto, crestas, roca más o menos firme, pequeñas trepadas, algún destrepe interesante, en definitiva, diversión garantizada para llegar, poco a poco, al punto más alto de la jornada, el Pollegó Superior (2506 m).
¿Una foto de grupo para el club?…¡Perfecto!
Ops!, nos hemos olvidado de la pancarta del club!! No importa. Alberto lleva la bandereta de Salvar Canal Roya que para el caso es lo mismo.
Lo importante es que se note que amamos las montañas.
Nos liamos un poco con los nombres de las montañas ¿Este pico como se llama? Pollegó Superior, ¿Pero no era Pedraforca?. Y no solo con los nombres de las montañas, pues han sido bastantes las veces que he rebautizado a Alberto con el nombre de Esteban.
Pero la salida aún nos tenía preparado una bonita sorpresa.
La subida al Calderer (2500 m) más bajo que el anterior pero bastante más «entretenido».
Unos cuantos pasos con cuerdas y una chimenea bastante lavada son la siguiente dificultar a superar. Por suerte Alberto puede gestionar el paso estrecho en la angosta chimenea y desde la reunión nos va asegurando. Me toco a mí ser el siguiente asegurado por Alberto. Este es el punto crítico del día y donde, sin duda, me la juego. Pero una vez más tengo suerte. Alberto, haciendo gala de su paciencia y a pesar de mis intentos de llevarlo de vuelta a la pila bautismal, me asegura en este último tramo con bondad y firmeza en vez de cobrarse, lo que sin duda sería, una justa venganza.
Llegados a este punto, toca iniciar la vuelta.
Rapelar por donde hemos subido es bastante más sencillo, pero no por eso requiere de menos atención. De ese punto vamos buscando la Enforcadura que es un punto por donde pasan bastantes de las rutas de este macizo y que, con poco éxito, nos dedicamos a ensanchar.
Luego toca bajar por una traicionera pedrera donde alguno descubre que sabe bailar break dance para llegar al bosque y poco a poco a los coches.
Son las cuatro de la tarde y mientras decidimos donde tomar la cerveza de final, Casimiro se despide. Tiene prisa para llegar a su siguiente objetivo, el Canigó con su famosa chimenea y la cresta de Barbet y es que estos jovenzuelos no paran. Nos quedan las despedidas y ese sabor dulce que deja descubrir una zona de juegos nueva con la ilusión del que vuelve a creer en los reyes magos.
Al día siguiente, además de las agujetas, la cara de felicidad que vemos en el espejo nos recuerda que ha sido un fín de semana de los de enmarcar. Porque a lo mejor lo importante no es tanto la cima como el camino y la compañía.
Texto: Javier Iranzo.
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