Crónica Alta Montaña: Tucas de Vallibierna y Culebras
Tuca de Vallibierna y Tuca de Culebras porla cresta de Roques Blanques. Cresta de Solana de Llauset.
Y llega el momento deseado ¡a crestear!, el primero de la cordada (Novela de Roger Frison Roche) ira pasando la cuerda aprovechando los elementos de las rocas, procurando un buen
deslizamiento de la cuerda, marcando la trayectoria de la cordada y en los puntos donde no hay elementos naturales, colocando fisureros o friends, supervisados por nuestro monitor, el segundo ira pasando por los sitios marcados, el último recoge material. El segundo y tercero están pendientes de llevar la cuerda tensa y atentos a los movimientos del compañero que le precede.
Y ya vale de teoría, hablemos de las sensaciones de trepar, los dedos tocando la roca, el esfuerzo de ascender, ver progresar otras cordadas, detenerte unos segundos en ver la montaña que te rodea, los colores azulados de algunos ibones que vamos descubriendo. La satisfacción de llegar a la cima, sentir el viento fresco que te obliga a abrigarte, ese sol brillante de la tarde, que va dando un tono diferente, las fotos de rigor y ¡ al refugio a por el premio!
Iniciamos un descenso rápido, hasta el refugio del Cap de LLauset, donde no pernoctamos, por plaga de bichos en algún dormitorio ¿quién dijo que la montaña era un deporte de aristrocratas y burgueses? Una consumición rápida y el parking, que es nuestro campamento base, donde llegamos en casi una hora. Ahí dadas ya las horas empieza el momento de cenas, preparar el vivac, la furgo, el coche, la tienda, y en poco rato nos invade el silencio del descanso. La noche es templada, interrumpida por alguna ráfaga de viento fuerte y una luna brillante, que desaparecerá dejándonos en la oscuridad, la silueta oscura de la Tuca de Vallibierna, velará por nuestro sueño.
A las seis de la mañana, en la oscuridad, empieza el bullicio, una actividad frenética, un té caliente, organizar, vestirse, recoger el saco,….
Si no te haces la cama todos los días, tu vida será una mierda…… Voytek Kurtika a su hija adolescente.
A las siete todos reunidos y salimos con las primeras luces, rumbo hacia la Tuca de Vllibierna, volvemos por el camino paralelo al pantano que ya hicimos ayer de retorno, a la altura de la cabaña, nos desviamos hacia el oeste, donde se atisba la base de la cresta de les Roques Blanques, ahí nos reunimos de nuevo, para organizar las cordadas, repitiendo los mismos componentes que la jornada anterior. La cresta arranca con unos pasos bastante cañeros, aunque luego, me parece que se diluye un tanto, combinado con fuertes trepadas, la roca granítica, lija las yemas, ganamos altura y las vistas se vuelven espectaculares, el día, soleado, cielo despejado, la vista se pierde en la lejanía. La cresta se va suavizando a tramos, con pasos entretenidos combinando con pasos de fuerte pendiente, hasta que enlazamos con la vía normal, ya casi en la antecima. Desde ésta, hasta la cima, apenas ninguna dificultad, si que nos encontramos en algún paso concreto gente atascada. Una vez en la cima, fotos, comentarios, dejarse envolver en la magia del momento,
Una vez reunidos, nos dirigimos al famoso Paso del Caballo, que nuestros monitores aseguran con una cuerda fija (paso equipado) por el que pasamos, para hacer cima en la Tuca de Culebras, ahí de nuevo reunión, se aprovecha para comida, mas fotos y la definitiva con la bandera del club. Emprendemos el descenso por la vía normal del Pico Culebras hacia el Collado de LLauset, donde sorprendentemente acaba la roca y nos adentramos en una zona de terreno volcánico, que nos permite un descenso veloz. De ahí, nos dirigiremos hacia la cola del pantano, llevando todos un paso firme, se han acabado las conversaciones, es la sensación que se impone el modo retorno, acabar, y así llegamos al parquin donde se rompe ese momento y entramos en la euforia, de los abrazos, las risas, los agradecimientos, algunas cervezas corren por ahí, mirar el pico en la lejanía, volver a mirar los brillos de la pantano como despedida.
Texto: Luis Vallés