El sábado 8 de abril de 2017, bien pertrechados con todo aquello necesario para dormir al fondo del valle y el domingo ascender el Espada comenzamos la aproximación por el valle de Tringoniero.
Éste es un bonito valle de montaña con profundo río y boscosas laderas. En algún punto, los aludes que arrastraron árboles y piedras cerraban el camino y era necesario buscar el paso que otros habían abierto. La ascensión era constante y el entorno nos cautivaba y animaba. ¿Qué tendríamos arriba, donde íbamos a dormir? Sabíamos que aparte de lo nuestro, solo disponíamos de un refugio en mal estado, no era mucho.
Al superar la morrena lo descubrimos, un bonito valle glaciar, con su morrena sobresaliendo sobre la nieve, el espacio justo para poder montar el campamento sin tener que dormir sobre la nieve (¡y con el suelo seco!, gracias morrena). Amplias zonas de arbolado rodeaban la pleta todavía con nieve. ¿Idílico, bucólico? Encantador. Y para más inri, ¡con luna llena! No se puede pedir más, salvo por un leve riesgo de lluvia según decían los pronósticos.
Así pues, con alegría e ilusión nos dispusimos a montar el campamento, con los últimos rayos de sol calentándonos gratamente. Rápidamente surgieron tres tiendas de campaña mientras otros buscábamos buen acomodo para vivaquear esa noche (algunos sin funda de vivac, importante para las lluvias, aunque sean pocas o las rosadas del amanecer). Cenamos alegremente, mirando de reojo unas oscuras nubes que se mantenían en la parte francesa hasta que de repente, tras cenar y con la inversión térmica llegó la lluvia, corta como corresponde a la inversión térmica, pero alarmante; Los vivaqueros sin funda tuvieron que decidir rápidamente, la mayoría a las tiendas, a pesar del lógico amontonamiento y tres valientes se dispusieron a cruzar la pleta, anocheciendo, en mitad de la lluvia y con la nieve a sus pies. ¡Pasad buena noche!.
Efectivamente la inversión térmica terminó, las nubes se despejaron y pudimos disfrutar la luna llena toda la noche, ahora sí, idílico.
Antes de las primeras luces, todavía estamos a primeros de abril, nos ponemos en marcha, la noche sin ser muy fría, ha refrescado y salimos de sacos y tiendas a desentumecernos, con más pereza de la conveniente. Hay que desayunar y preparar el equipo para la ascensión, piolet, crampones, casco, ropa necesaria, alimento, agua, ¿qué nos deparará la ascensión? Solo Pepe Barbany y Koke lo saben. ¿Y los chicos que se fueron en la noche? ¡No vienen! ¿Qué habrá sido de ellos? Koke decide ir a buscarlos… Al rato se ven sus frontales, todo en orden y listos para la ascensión.
La tarde anterior estuvimos observando la ruta, constante, siempre para arriba y a ella nos dispusimos, bien equipados y con los frontales iniciamos el ataque, como dije en constante ascensión, conocedores del objetivo, sin pausa fuimos ascendiendo, sorteando algunos roquedos. ¡Qué sensación de esfuerzo y libertad!, también de compañerismo, a cada paso acometiendo el siguiente tramo, fuimos ascendiendo; No faltaron las típicas frases: “¿Es esa la cima?” “No, está detrás”, ”No os separéis” y poco a poco fue amaneciendo, el valle iba quedando abajo, cada vez más lejano y nosotros sabíamos que nos aproximábamos a la cima, cada vez más cercana.
¡Qué alegría al llegar a ella! Vista impresionante, con un día despejado que nos permitía ver un montón de macizos pirenaicos: Bachimala, Posets, Monte Perdido, Vignemale, etc
Tras disfrutar del almuerzo, la alegría y las vistas en un excelente día nos dispusimos a descender. Ordenadamente fuimos recorriendo el principio de la nevada cresta para posteriormente empezar a descender por amplias canales de variadas dificultades y muy disfrutonas; escaleretas y travesías horizontales con frecuentes cambios de nieve y acompañadas de las piedras abajo que nos recordaban que íbamos muchos y había que extremar las precauciones.
Finalmente salimos de las canales cuando nos empezaba a alcanzar el sol y tras un divertido paseo por la nieve llegamos al campamento, breve siesta, charleta y a recoger que el calor empezaba a apretar y en Parzán nos esperaban las jarras con buen condumio para acompañar. Por supuesto, antes de Parzán un buen baño en el río Barrosa para presentarnos debidamente aseados. Nada mejor para tonificar los músculos y el espíritu que un baño en pleno deshielo.
Texto: JuanFran Gracia
Fotos: Mikel Bergara, Pepe Barbany, Alberto Gracia, Rubén Santarromana y JuanFran Gracia
Sección Alta Montaña
Club de Montaña Pirineos de Zaragoza
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