El desprendimiento de rocas y posterior corte de la frontera del Portalet, hizo que el Caminar Consciente hacía el Jardín Inglés cambiara su rumbo hacia otras latitudes. La proa de barco del Pico del Picón en la Sierra de Guara fue el objetivo elegido. Una experiencia diferente en la que se trabajaron otro tipo de aspectos como la cooperación, el esfuerzo, la lucha contra nuestros miedos, la incertidumbre, el empoderamiento…

Aquí las crónicas de algunos de los participantes de este estupendo día de conexión:

 

Todavía recuerdo aquel día que soñé que subía al pico del mediodía. Mi recuerdo es tan real que siempre caigo en la tentación de creer que ocurrió, que no fue un sueño. Así permanece en mi memoria. Una mañana de primavera, con sol y cielo despejado, emprendimos el camino hacia la cima cargados con mochilas, viandas, arneses, cascos y muchas ganas de pasarlo bien. Casi no habíamos comenzado la subida cuando empezaron a suceder cosas muy curiosas, extrañas y mágicas. Se nos apareció Esteban, ochenta años, rebosaba energía y entusiasmo. Se paró a charlar con nosotros, nos dejó unas pinceladas de su vida de montañero y siguió rápido su ascensión, fugaz. Como si le estuviésemos entreteniendo en la huida de sus ochenta años que nunca conseguirán atrapar al joven que empezó a escalar con quince. También nos encontramos con otro amigo de cuatro patas, más cortas que la lengua que le colgaba de cansancio y sed. Se paró junto a nosotros, busco la sombre de una Sabina y con la mirada nos rogaba que le librásemos de sus dueños que lo obligaban a conquistar la cima. El camino empezaba a endurecerse. Serpenteaba, veíamos la cima cerca pero no llegaba, parecía alejarse a cada paso que dábamos. El calor apretaba. Pero, estábamos seguros de que llegaríamos juntos y la satisfacción que tendríamos al lograrlo nos hacía fuertes. Lo celebramos con un gran abrazo. Tratamos de plasmar, en dibujos con tan buenas intenciones como faltos de talento, la belleza del paisaje desde la cima. Pero teníamos a Esteban que nos regaló unas fotos preciosas. Los buitres vinieron a saludarnos, una bandada de parapentes también se acercó a celebrar nuestra conquista. Disfrutamos de las vistas, imaginamos a Roldan en su caballo, al mando del ejército Carolingio saltando aquellas impresionantes peñas. Y emprendimos el camino de vuelta. Una bajada incómoda, con muchas piedras y tierra resbaladiza. Por el camino nos encontramos fósiles que llevaban allí millones de años. Un proyectil, probablemente lanzado desde un avión. Cosas que nos hicieron reflexionar sobre la relación de la naturaleza con los humanos, que forman parte y dan sentido a estas excursiones de Caminar Consciente. Todo esto que os he contado y otras cosas que vimos, sensaciones que experimentamos, impagables muestras de compañerismo, pequeños retos que superamos, conversaciones que compartimos hicieron de aquel día algo realmente especial; si es que realmente sucedió. Aunque pensándolo bien, si la vida es sueño que más da si ocurrió o lo soñé. (Ignacio Cruz).

 

 

Me encantó la salida con el grupo de Caminar Consciente al Pico Picón. Una ruta preciosa y con unas vistas increíbles desde la cima. Ver cómo los buitres, por debajo nuestro, disfrutaban de las corrientes térmicas era todo un espectáculo...Y en esta ocasión, el propio terreno te hacía ser más consciente de cada paso que dabas, sobretodo en la bajada y en el tramo de la pequeña trepada para acceder a lo alto del pico. Estuvo genial.  El grupo, estupendo, hubo muy buena conexión entre todos. Muchísimas gracias por crear esta sección del Caminar Consciente, otra manera de disfrutar la montaña, sin prisas y saboreando cada instante. Hasta la próxima...!!!! (Isabel Soriano).

 

 

Fotos de Esteban Monge y Mª Ángeles Laguna