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  • Defendiendo la montaña, ¡NATURALMENTE!
    Defendiendo la montaña, ¡NATURALMENTE!

Travesía Pirenaica juvenil

Un año más, con ganas de monte, nos vamos para arriba con todo el equipo y con una previsión del tiempo que, desgra ciadamente, esta vez no va a fallar.

Llegamos a Benás y emprendemos la marcha hasta Ballibierna, nubes, y por la noche lluvia en cantidades industriales.

Al día siguiente, ...lo mismo.

Y al otro..., lo mismo, aunque esta vez acompañada la cosa de una «brisilla» que levantó un poco de ceniza en esta cabaña donde nos habíamos metido, del Quillón, según los mapas; de los coj..., según otros.

Nos levantamos y, ¡míralo!, ahí está, el solecito de las narices, ¿dónde te habías metido, chaval? Emprendemos la marcha, después de un cambio radical de planes, hasta llegar al ibón de Llosás, lugar idílico para vivaquear. Antes, eso sí, visita a los Russell por la tarde: nieve, nieve y más nieve... ¡menudo verano, como los de antes!

Al día siguiente, giramos al oeste y nos lanzamos a por la que parece cercana brecha de Llosás... Bastante sudor después, llegamos arriba para contemplar el panorama de los ibones de Coronas... ¡Ah! pero, ¿debajo de toda esa nieve hay unos lagos?... Nos dejamos de suposiciones y para abajo, «con cuidadín», hasta llegar al fondo del valle. Subimos entonces hasta el collado de Cregüeña y, una vez allí, tocamos «chufa» en la cima del Aragüells. Nos vamos a vivaquear al ibón de Cregüeña, paraje insólito donde el piolet nos es útil a la hora de romper el hielo del lago para beber un poco de agua y cocinar.

Al día siguiente, el plan es bajar a Benás para pillar el valle de Eriste. Para eso, debemos sortear un montón de «bollycaos» con su uniforme de campaña. (Y nosotros que creíamos que los «lobatos» ya se habían extinguido en el Pirineo...)

Por lo demás, el valle de Cregüeña es realmente bonito pero, además, es... ¡corto!; sí, corto, demasiado corto, lo cual implica que, teniendo como hipótesis de trabajo un desnivel de más de 1.000 metros, la conclusión o tesis es que la pendiente es alarmantemente fuerte...

Eriste: Nos adentramos en este valle que es todo bosque y que nos sorprende con su belleza.

El Forcau: Una especie de «comuna» donde se mezclan un sinfín de colores entre sacos de arena, lonas, bloques, maderas, tiendas ¡en el tejado!, perros, gatos, burros, humanos...

Otro día más. El camino nos lleva por Batisielles hasta Estós, con baño de los más «duros» en las aguas casi heladas de uno de los ibones... ¿de cuál?... pues no lo sé, la verdad, he perdido la cuenta hace dos o tres lagos.

Las protestas son lógicas, la gente está sedienta de picos y los organizadores notamos que se está fraguando una conspiración judeo-masónica para derrocarnos, así que no tenemos más remedio que marchar en busca de la «música» que calma a las fieras y, después de seis o siete horas componiendo, llegamos a la armoniosa melodía que nos traslada a la cumbre de Llardana.

Por la tarde, nos visita de nuevo la lluvia, aunque parece que, esta vez, a nadie le molesta.

¡Por favor, que no haga mucho calor!... Pasamos por Jaca y los relojes marcan 40º C, aunque se puede soportar mejor con algo fresquito... ¡Alabado sea el Altísimo! porque, con su sabiduría infinita, de unos granos de cebada que cualquier tonto puede comer, nos ha enseñado a fabricar...¡cerveza!, ¿puede ser con un poco de gaseosa?, ¡Alabado sea también por esto!, ¡Aleluya!

Zaragoza: Todo igual.

Firmado:

Dos servidores de ustedes, Roberto y Serchio.