Como viene siendo costumbre, el convoy partió del Hotel Norte de madrugada, con la incertidumbre de en qué estado nos íbamos a encontrar las carreteras. Tras alguna patinada sobre el hielo intentando llegar a nuestro destino inicial, y un manifiesto mal tiempo en los alrededores, los monitores decidieron realizar la jornada en una zona un poco más protegida como los alrededores del Ibón de Piedrafita, y que resultó ser un acierto.

Tras una breve caminata por la pista forestal cuya mayor dificultad fue lidiar con el exceso de capas de abrigo que nos habíamos puesto encima, detuvimos la marcha junto a un bancal donde estuvimos aprendiendo cómo colocar seguros flotantes, triangular reuniones y situaciones sencillas de rápel, aseguramiento con cesta y nudo dinámico y encorvamiento glaciar.
A pesar del mal tiempo y el peligro de aludes que había en nuestro destino original, y gracias a la decisión de los monitores de este cambio de localización pudimos transitar esta primera jornada con éxito y sin pasar penurias o exponernos a riesgos innecesarios.
Como siempre, las duchas calientes en el refugio, las charlas con los compañeros junto al fuego mientras veíamos caer algún copo de nieve a través de la ventana, y una sabrosa cena caliente terminaron de rematar este primer día.
Como nota triste, la excursión nocturna propuesta por Alberto Morales no salió adelante. Pero a juzgar por los rugidos que algún cursillista comenta que se escucharon en las habitaciones por la noche, fue todo un acierto, porque cualquiera diría que el Loup Garou (ver:https://www.clubpirineos.es/noticias-del-club/aire-libre/2005-caminar-consciente-tras-las-huellas-de-loup-garou.html) había decidido bajar desde Artouste hasta Piedrafita en busca de quién sabe qué. Otro éxito en la gestión del riesgo.

 

 

 

 

El segundo día comenzó practicando la progresión con encordamiento glaciar por la misma pista que habíamos ascendido el día anterior, pero esta vez llegando arriba hasta el Ibón.

Continuamos probando el aseguramiento con setas de nieve y el piolet enterrado. Lamentablemente por la baja cantidad de nieve que había no pudimos probar la estacas y anclas de nieve del todo bien.

Para poner el broche final, terminamos realizando una serie de circuitillos que los monitores habían preparado por la zona. Distribuidos en diferentes cordadas, pusimos en práctica lo aprendido durante los días anteriores: colocación de seguros flotantes yendo de primero, aseguramiento de los compañeros de cordada, descenso en rápel y retirada de seguros como último de cordada. Creo que fue lo más entretenido de todo el cursillo y donde mejor pudimos hacernos a la idea de como funcionan luego las distintas dinámicas en una salida real.

Para terminar, una vez más agradecer en nombre de todos los cursillistas a los monitores el tiempo y energías que nos dedican, la paciencia con nosotros durante el aprendizaje y la labor integradora a nivel de grupo.